Algo con una mujer es un film argentino de dos mil veinte, proyectado para la televisión y basado en una obra de teatro de mil novecientos veinte, obra de Julio César Beltzer y titulada La Rosa. La película estuvo dirigida por Mariano Turek y Luján Loioko, que también adaptaron el guion. Fue protagonizada por María Soldi, Maule Vignau y Abel Ayala.
En los años cincuenta, una mujer vive semiabandonada por su esposo, que viaja constantemente. Una noche contempla por su ventana el asesinato de un hombre, en el piso de enfrente. Su marido parece no creerla, y ella empezará a investigar el delito por sí misma. Las circunstancias la llevan a entablar una relación con un vecino.
Algo con una mujer es un film de suspense donde las acciones de cada uno de sus protagonistas hacen que la trama se convierta en tragedia personal. Está muy bien ambientada y el ritmo es el adecuado para llegar al desenlace, con sorpresa incluida. Un film muy logrado y muy digno de ver.
Alberto Valle es periodista, promotor musical y escritor. Es autor de la serie de novelas protagonizadas por el detective Palop, presentadas bajo el pseudónimo Pascual Ulpiano. En dos mil dieciocho ganó el premio Ciudad de Vila-real con la novela que hoy traigo aquí, y en dos mil veintidós se ha alzado con el L’H Confidencial con Todos habían dejado de bailar, a la que pronto nos referiremos en estas páginas.
Soy la venganza de un hombre muerto es una novela que engancha mientras avanza a velocidad meteórica, todo y sus casi cuatrocientas páginas. Se desarrolla en cuatro actos consecutivos, según la cronología de la trama: en el año cincuenta y dos, en el sesenta y ocho, el ochenta y uno y -como colofón- en el noventa y dos. Cuenta con dos protagonistas principales: un novel inspector de policía de los años cincuenta, brutalizado por el ambiente en que se desenvuelve y acomplejado por ser el hijo de un izquierdista que perdió la guerra; y, del otro lado, un joven con pocas posibilidades de prosperar en la vida que decide asesinar a un antiguo compañero de servicio militar -de alta posición social, pero que está prácticamente solo en la vida- para ocupar su identidad y prosperar. La serie de muertes que el suplantador ha de ir perpetrando para proteger su plan hace que el policía le persiga y, al tiempo, motivarán su ruina y sus deseos de venganza. Soy la venganza de un hombre muerto tiene tintes también de novela histórica, y no dejará indiferente a nadie.
Inside man es una miniserie británica de dos mil veintidós estrenada en castellano como Desde dentro. Consta de cuatro capítulos de algo menos de una hora cada uno, y fue creada y dirigida por Steven Moffat. La protagonizaron David Tennant, Dolly Wells, Stanley Tucci, Lydia West y Lyndsey Marshal.
Un pastor protestante protege a uno de sus jóvenes feligreses. Sabe que está en posesión de filmaciones de menores abusados y le retira el pendrive que las contiene. Este, accidentalmente, llega a manos de la profesora particular del hijo del pastor, que está convencida de que su alumno es un pedófilo, y decide que debe denunciarlo a la policía. El pastor, para evitar que quede destrozada la vida de su hijo, trata de convencerla y una serie de desgraciadas desdichas culmina en el secuestro de la profesora, en el sótano de su casa. Paralelamente, un convicto ingresado desde hace diez en el corredor de la muerte, en un penal de EEUU, recibe a un gran número de visitantes que le solicitan que resuelva casos, a modo de un detective privado que trabaja desde su celda. A él acude una periodista, que es amiga de la profesora desaparecida, y le pide que ayude en su búsqueda.
Inside man es una miniserie con dos historias que se entrelazan. La parte donde se narran las tribulaciones del pastor es magnífica y trepidante, con saltos que mantienen el interés del público y lo enganchan a la pantalla. La parte del condenado a muerte sigue los patrones de la novela enigma, donde prima la lógica; no en vano, el creador de la serie lo es también de Sherlock. Ambas se confluyen en un final al que, para mi gusto, quizás podría haberse llegado sin esta segunda trama.
Hombre muerto no sabe vivir es una película de dos mil veintidós, ópera prima del director Ezekiel Montes. Él es también el productor y el autor del guion. Contó con un nutrido grupo de actores de fama., entre ellos Antonio Dechent, Elena Martínez, Rubén Ochandiano, Manuel de Blas, Roberto García Ruis, Nacho Novo, Paco Tous, Juanma Lara y Jesús Castro, entre otros. Obtuvo el premio de la Academia de Cine de Andalucía al mejor actor protagonista y a los efectos especiales, y el del Festival de Málaga a la mejor producción.
Una veterana organización hizo fortuna en el pasado con la construcción, los puticlubs y la droga. Pero la crisis del ladrillo ha mermado su liquidez y ahora tienen problemas con el resto de negocios. Además, su jefe está en vías de jubilación, y su segundo de a bordo intenta mantener el tipo como puede. Sufren el robo consecutivo de dos alijos de droga, lo que los pone en un aprieto con sus proveedores, justo en el momento en que aparece una nueva droga que el capo se resiste a integrar, en contra de la voluntad de su hijo, un joven muy violento y ambicioso.
Hombre muerto no sabe vivir es una película extremadamente violenta, tarantiniana, que nos muestra con toda crudeza el mundo del narcotráfico, la corrupción política y el difícil relevo generacional entre quienes lo mandan. Es un film para almas no demasiado sensibles, con unos efectos especiales muy escalofriantes, con una ambientación espectacular y unos personajes creíbles.
Argentina fue gobernada entre mil novecientos setenta y seis y mil novecientos ochenta y tres por una dictadura militar, fruto del golpe de estado que derrocó a María Estela Martínez, la cual había asumido la presidencia del país en mil novecientos setenta y cuatro, tras la muerte de su marido Juan Domingo Perón. Durante la dictadura se hicieron internacionalmente patentes la desaparición de personas y el robo de niños. En el ochenta y dos se produjo la derrota ante Gran Bretaña, en la guerra de las Malvinas. Al año siguiente, la dictadura militar fue sustituida por el gobierno electo de Raúl Alfonsín. Un decreto del gobierno, del ochenta y tres, ordenó someter a proceso judicial a la junta militar. El juicio se llevó a cabo en mil novecientos ochenta y cinco, y la acusación estuvo encabezada por el fiscal Julio César Strassera.
Argentina, 1985 es una coproducción argentino-estadounidense de dos mil veintidós, dirigida por Santiago Mitre según un guion del propio director y de Mariano Linás. Fue protagonizada, en sus papeles principales, por Ricardo Darín y Peter Lanzani. Fue premiada por la Federación Internacional de la Prensa Cinematográfica y por el Festival de San Sebastián.
El fiscal Julio Strassera recibe el encargo de presentar acusación contra la cúpula militar por delitos de torturas y desapariciones sistemáticas. Para ello ha de reclutar un grupo de colaboradores bisoños, ya que los funcionarios se niegan a hacerlo por simpatías con el régimen depuesto o simplemente por miedo. Tras recabar multitud de testimonios y recibir incontables amenazas, se abre el juicio.
Argentina, 1985 es una película reivindicativa. Es un film ágil y a la vez intimista, que retrata una etapa oscura y no deja de poner los vellos de punta. Un film que no despierta la admiración por la resolución de un país a la hora de depurar responsabilidades, cosa que no ocurre en todos los sitios. También es un gran trabajo del carismático actor que la protagoniza, y cuenta con una fotografía que afianza lo que se quiere relatar; y con el recurso de incluir, de tanto en tanto, algunas imágenes de época.
Les papillons noirs es una miniserie francesa de dos mil veintidós de seis capítulos, cada uno de una hora de duración, dirigida por Olivier Abbou. El guion es de Olivier Abbou y Bruno Merle. Fue protagonizada por Nicolas Duvauchelle, Lola Créton, Niels Arestrup, Alyzee Costes, Sami Bouajila, Alice Belaïdi, Axel Granberger y Brigitte Catillon.
Un escritor en malos momentos es contratado por un hombre de edad avanzada que desea convertir en novela un pasaje muy especial de su vida. Él y una amiga cometieron un doble homicidio en los años setenta, cuando uno de los fallecidos intentó abusar de ella. A partir de ahí entablaron una relación de amor y, cada año, durante sus vacaciones, fueron matando a una persona más, hasta dejar sembrado el sur de Francia de un buen número de cadáveres. Un policía les sigue la pista, al tiempo que el escritor decide que publicará la historia como si fuera de su invención.
Las mariposas negras posee una trama magníficamete hilvanada, donde se simultanéa el presente y el pasado, ofreciendo una historia macabra y también sorprendente. Incluso la fotografái es diferentye, para cada momento histórico.
La educación es un producto de la cultura, al mismo tiempo que la cultura se difunde, desarrolla y profundiza con la educación. ... Es necesario porque interferencias políticas están banalizando y empobreciendo ambos conceptos y a la administración pública de ambos productos, conquistados en la historia por la humanidad.
Laurentino Vélez-Pelligrini, (París,1969). Soy sociólogo de la cultura,ensayista y escritor. Durante los últimos años evolucioné de la Teoría Social a la Teoría y Crítica Literaria. Mis centros de interés versan en torno a la Guerra Civil española y la Segunda Guerra Mundial.