Etiquetas
En los años setenta, al socaire de la más reciente apertura política y de las nacientes libertades (entre ellas la de expresión), un famoso humorista de entonces se atrevía a hacer críticas divertidas al gobierno del momento, asegurando que “ahora se puede hablar, ahora ya no pasa nada”. Era cuando la televisión era en directo y en blanco y negro. Y sonreía confiado mientras que -para corroborarlo- consultaba al público. Este rompía a reír. Enseguida la faz risueña del cómico variaba a rictus nervioso y su cara se llenaba de dudas, de prevención y de franca preocupación, por si se había pasado de la raya. Seguro que los de más edad recuerdan a quien me refiero. Sigue leyendo