Tras el anterior pedazo, ahora viene éste. En las próximas semanas seguiré publicando fragmentos de No hay lugar para la poesía. También podéis haceros una idea aquí.
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Suena el móvil y Santiago Morilla, que se ha quedado traspuesto en el sofá, se sobresalta. El hielo se ha fundido en el vaso, desbravando el whisky al que apenas ha dado un par de sorbos. Apaga el televisor. En la pantalla del telefonillo reconoce el número del colegio de abogados. El detenido se llama Joao Silva Oliveira, le dicen. Es portugués y lo han arrestado por un delito de lesiones y resistencia a agentes de la autoridad. Está ingresado en la comisaría del Raval y ha solicitado un abogado de oficio.
–¿Acepta la asistencia? –le demanda la voz del otro lado de la línea.
Ya pasa de la medianoche. Morilla continúa apuntado al turno de oficio porque, aunque la retribución es magra, le obliga a defender casos que le dan bagaje. Así que contesta afirmativamente. Marca el número de la comisaría y habla con un policía. Sigue leyendo →
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