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Ya se acabó la Navidad. Ahora sería momento de hacer balance del año pasado –¿o se ha de efectuar antes de que suenen las campanadas de Nochevieja?- y formular los propósitos para los próximo trescientos sesenta y cinco días. Pero, ¿saben qué?, he decidido no ejecutar ni lo uno ni lo otro. Especialmente prescindiré de elevar aquí un inventario o catálogo de intenciones y propósitos que -en vista de cómo les fue a los que me propuse el año pasado- resultaría estéril casi con toda seguridad. Así que… ¡carpe diem! ¡Y que la fuerza nos acompañe!
¡Feliz 2018!